lunes, 21 de enero de 2013

NO quiero tus piropos. Quiero tu respeto.


Camino menos de cincuenta metros con la bicicleta y escucho besos que no me llegan ( afortunadamente); gritos con olor a orgasmo caducado y una serie de frases inconclusas que brotan de gargantas cuyo cerebro se asemeja a los subtítulos de una película porno barata . 
Estamos en verano, hace calor. La gente sale con ropa ligera y los pies semidesnudos. Las calles todavía no están preparadas para caminar descalza y los parques esconden maliciosamente excrementos de perros que no permiten a una pasear sin chancletas entre la  hierba para cargar pilas.
Hombres y mujeres deportistas (?) corren sus 30 minutos de rigor antes de que el sol desintegre cualquier figura humana; curiosamente, muchos de ellos salen sin camisa, con el pecho descubierto, tranquilamente.  Durante una de esas viñetas pienso si eso no es provocación por que lo hacen ellos, pienso si no están incitando al sexo, a ser violados, como muchas veces ocurre con mujeres que llevan tirantes y escote. Automáticamente se convierten en blanco de todo comentario subido de tono. Con ellos no pasa nada. Con nosotras, puede pasar cualquier cosa. 

Pienso en las putas y en las santas. Pienso en las brujas y las locas; pienso en las católicas y ateas, guapas y feas. Las agnósticas, las calientes y las frígidas...Pienso que somos muchas, demasiadas, para hacer  oídos sordos y acostumbrarnos a miradas y piropos que no hacen más que incitarme a la violencia. Vuelvo a analizar: hoy son las tetas que bailan cuando cruzas la calle o saltas la acera con la bici. Ayer fue la falda que se me ocurrió vestir. La semana pasada el carmín de los labios. Mañana será el tirante del sujetador. Qué importa, siempre hay alguna razón que les permite rociarnos de piropos inoportunos.  Ellos están en su altar: a veces dentro de un auto, otras veces en la calle, caminando. También suelen estar tomando la sombra durante la colación o almuerzo. Cualquier lugar les vale, y es que la calle parece ser de ellos!

Siento que a ratos me convierto en una desquiciada que les grita cualquier barbaridad mientras se me sube la sangre a la cabeza y me entran ganas de dar un golpe de estado con el cuchillo entre los dientes..estando en el poder, me dedicaría a hacer redadas con mujeres para exterminar a esa clase humana que no merece respeto alguno.
Pienso en todas las ideas que me rondan por la cabeza y la imaginación que tengo. Pero pienso y siento que eso no sería un cuento o historia de ciencia ficción.
Y es que si no nos respetan, no merecen ni una miga de pan. Y punto.


1 comentario:

  1. ¡Vaya,Latxu, veo que te has encontrado con el "macho chilensis"!No me extraña tu reacción; son de verdad, asquerosos. Son los que hacen tan ingrato que una mujer pueda sentarse a tomar tranquilamente una cerveza a solas o pasear en un paque o...en fin, se me había olvidado la sensación y me la recordaste. ¡Änimo y...garras!
    Muxu!!

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