La muerte acecha en Atacama mientras que a la historia le diagnostican amnesia. Todas ellas buscan tesoros pero en direcciones opuestas: algunas miran al cielo, otras, a las entrañas de la tierra.
Y se viste de domingo Atacama querida, preparada para recibir turistas y felicitaciones; que lindo su cuero, que impacto su valle: La luna.
El cielo: pasado.
Ellas rescatan restos de estrellas fugaces en la arena caducada; los cuerpos se curvan hasta dibujar una medialuna, aquel regalo que el desierto nunca les trajo deforma mares y amores. La tristeza yace entre piedras y muerte.
Pero en el cosmos todo es tranquilidad, bombean las pulsaciones mas bajas, viven entre ayer y todavía. El presente es historia.
Y el tiempo pasa para las madres y hermanas, para mujeres y hombres cuyos trozos de piel se despedazan en el calor de lo arido, sin respuesta. Esperando que el pasado retome la luz del presente para romper la nostalgia, el cielo se presta mas infinito aún, inalcanzable.
La miseria de la historia se reduce a aire. Y nada más.
Jarraipena:
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